El consentimiento en la vida sexual es un tema del que ahora todo el mundo habla. Pareciera que apenas nos dimos cuenta de que en la cama todo debería ser un acuerdo de dos (o más) personas, pero no es eso, simplemente hoy en día es más fácil ponerlo en palabras que solo suponer que toda la gente sabe lo que significa.
Para no meternos en discusiones teóricas que cuesta trabajo conectar con la vida real, hablemos de ejemplos concretos de consentimiento sexual, ilustrándolo con frutas.
No supongas, asegúrate
Empezaremos por los “no”. No asumas que, porque ves a alguien repartiendo fruta, tiene que entregártela a ti también. Es su fruta y él o ella decidirá con quién la comparte.
En segundo lugar, igual que en el mercado, no puedes manosear la fruta sin preguntar antes, ¡menos aún, pellizcarla! ¿Quieres cargar un melón? ¿Morder un plátano bien maduro? ¿Chupar el huesito del durazno? Dilo. Si no lo pides, no se te escucha.
Si esa persona con tremenda variedad acepta darte a probar de su fruta, el resultado puede ser muy dulce. ¡No te desanimes! En una de esas, quizás quiere ponerte los kiwis en la boca. O tal vez se le antoja que le expriman las naranjas.
Cada quien sus gustos, también en el consentimiento
Si buscas conseguir ese dulce néctar, debes aprender a preguntar. Tal vez a ese alguien le gusta que le toquen las manzanas, pero no que se las muerdan o se las apachurren. No porque las veas rojas, brillantes y suculentas significa que puedes manipularlas a tu antojo, esas manzanas tienen dueño/a.
Después de todo, no es tan difícil preguntar: “Oye, ¿esto está bien?”, “¿Puedo pelar el plátano?”, “¿Quieres que te machaque la frutilla más fuerte?”, “¿Se te antojan los dedos en el arándano?”. La respuesta a cualquiera de estas dudas puede ser simple y breve: sí o no, y así ya tendrás una guía clara de cómo puede seguir la ensalada.
Hablando se entiende la gente
Pueden hablar de todo esto cuando ya están en plena degustación, y hacerlo hasta puede agregarle un toque de miel a la combinación. Pero también es muy útil hablarlo antes de empezar. Preguntarse mutuamente sobre lo que cada quien está dispuesto a poner en el tazón y cómo quiere que esa jugosa fruta sea tratada es fundamental para evitar malentendidos.
Si pueden ponerse de acuerdo acerca de cuándo y de qué manera, incluso podrían buscar aquel damasco o la sandía que se les había antojado antes y combinar todo para hacer una sustanciosa macedonia con crema.
Lo más importante de todo es que las dos partes estén de acuerdo. No asumas nada sólo porque ves a alguien repartiendo fruta. No es llegar y sacar. Nunca. Pero si hacen acuerdos claros y honestos, ¡el jugo que va a salir de ese tutti frutti!
El consentimiento no puede faltar
Ahora ya lo sabes, el consentimiento sexual no es la cereza puesta sólo para decorar, es un ingrediente básico e indispensable para que todo se incorpore formando un deleite.
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