Un hombre que vive con VIH ha logrado controlar la infección durante 23 años sin tratamiento, luego de haber recibido una breve terapia antirretroviral al recibir su diagnóstico. Los científicos consideran que se asemeja a lo que llamarían una cura funcional o remisión, contraria a lo que sería la erradicación del VIH, que puede ser difícil de lograr.
Se trata de un caso reportado en la revista médica AIDS por un equipo de investigación de Ámsterdam, Países Bajos, y corresponde a una situación única: un hombre que ha logrado mantener el VIH bajo control durante más de dos décadas, a pesar de que el virus sigue presente e intacto en su organismo.
Controladores de élite
Como explica Aidsmap.com, algunas pocas personas que viven con VIH pueden controlar el virus sin necesidad de tratamiento. Quienes pueden controlar el virus sin haber recibido nunca tratamiento se conocen como “controladores de élite”, mientras que quienes logran controlarlo después del tratamiento inicial se conocen como “controladores posteriores al tratamiento”. El caso reportado pertenece a este último escenario.
En 1998, un hombre de 49 años fue diagnosticado con VIH luego de presentar síntomas como ganglios linfáticos inflamados, dolor de cabeza y fiebre. Dos semanas después, comenzó un tratamiento antirretroviral complejo que incluía cinco fármacos de tres clases diferentes. Después, en octubre de 2000, decidió interrumpir el tratamiento.
Siete meses después de comenzar el tratamiento, la cantidad de virus en su sangre ya era indetectable, por lo que en el momento de interrumpir el tratamiento su carga viral estaba suprimida. Aun así, continuó con sus citas médicas y se le practicaban pruebas para medir el virus y la respuesta de su sistema inmunológico.
Estos estudios encontraron que, excepto un solo repunte a los siete meses de la interrupción del tratamiento, su carga viral permaneció indetectable durante los siguientes 23 años.
En busca de la explicación
Se le practicaron análisis genéticos para saber si el hombre tenía alguno de los genes que se sabe que juegan un papel protector contra el VIH, que suelen estar presentes en los controladores de élite. Resultó que carecía de casi todos los genes protectores, excepto una característica genética que es sabido que otorga a las células CD8, del sistema inmunológico, la capacidad de reconocer y combatir el VIH de una forma más eficaz.
A los 18 años de haber interrumpido el tratamiento, se investigó la presencia de provirus en sus células. Los provirus surgen cuando el VIH convierte su material genético en una forma más compatible para integrarse en los cromosomas humanos. El hombre tenía provirus “viables” que en teoría podrían producir miles de copias del VIH. El virus tenía pocas mutaciones que no dificultaban su viabilidad y replicación.
No obstante, había una nueva mutación que volvía parcialmente más lenta la tasa de replicación del virus. Es probable que haya surgido como resultado de una mutación fallida: el virus intentaba evadir al sistema inmunológico, trató de cambiar su “identidad” para no ser fácilmente reconocible; sin embargo, la mutación disminuyó la capacidad del virus para hacer copias de sí mismo.
Por otro lado, al analizar el sistema inmunológico del hombre, los investigadores hallaron que las células CD8 tenían una respuesta muy fuerte a la proteína que recubre el VIH, la cual es esencial para que el virus infecte nuevas células. Además, sus células CD8 tenían una tasa muy alta de proliferación; podían multiplicarse rápidamente y así satisfacer la demanda del cuerpo en la lucha contra el virus.
Atando cabos
Según los autores, las respuestas sólidas de las células CD8 y una posible replicación más lenta del VIH parecen haber permitido el control de la infección por tantos años. Durante ese lapso, el hombre continuó teniendo niveles muy bajos, pero detectables, del virus en su sangre y el virus en sus células seguía siendo viable. Todas estas circunstancias hacen que este caso sea único.
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